"En ti hay algo más de lo que tus ojos ven".Un blog para ver la vida de un modo distinto. Eduquemos a los niños y no hará falta castigar al hombre.

miércoles, 11 de abril de 2012

Llueve...

Y pasaron las horas como pasan las nubes, dejando paso a otras nuevas...y allí estaba él, sentado en el césped del campo donde sólo un viejo balón deshilachado le acompañaba desde tan temprano. Se había despertado como siempre, con ganas de cambiar su vida, pero como cada día un mal gesto había destrozado su ilusión.Ahora sabia que aunque como las nubes también los enfados pasan, su vida estaba condenada a ello. 
 Y un día más realizó tantos tiros a puerta hasta que las sombras de la tarde se asediaron a su paso, entonces, una vez sentado pensó que era mejor marcharse, aunque le doliese, aunque como tantas veces supiera que iba a querer regresar... Y comenzó a cavilar acerca de sí mismo, ¿Qué podía haber hecho mal como hijo? Era un chico muy generoso, ayudaba a su madre en todo lo que podía, anteponía a sus hermanos a cualquier cosa y había trabajado muy duro desde pequeño por cumplir su sueño de ver a su familia salir adelante. Sin embargo, la vida le había pagado con desilusiones... 
Parecía que el campo de juego era lo único que le hacía estar relajado, y el balón, su único amigo, el  que, al igual que él tenía tantos parches que algún día terminarían de romperse y entonces, cuando ya no quedara nada, cuando las hojas del campo se secasen, cuando el tejido de aquel sucio balón deshecho se terminase de estropear ya no podría jugar y sus sueños habrían acabado con él. 
 Entonces volvió a casa, arrastrando los pies y la mirada, dando un golpe seco al balón que entre sus pies adormitaba. De camino se encontró con un vagabundo que le vio pasar tan apenado que decidió decirle: "No hay mejor lugar que un hogar y no hay mejor valor que perdonar".
El joven decidió volverse, levantó la cabeza y le dijo: 
- Gracias, necesitaba escucharlo. Y volvió a casa con más ilusión que nunca, decidido a aceptar que no todos sabemos clasificar nuestros problemas, y que a veces las personas a las que más quieres son sobre las que proyectas tus miedos, tus inseguridades y tus tormentos. A veces uno necesita descargar la lluvia que lleva dentro como lo hacen las nubes sobre el mar, del mismo que al tiempo recogen de nuevo agua. 

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